Mi corazón se llena de emoción y alegría, al compartir esta maravillosa experiencia que viví antes, durante y después del huracán Harvey, que tocó tierra en el área de la costa del Golfo de Houston el 25 de agosto de 2017. Titulé mi historia, Dios es real, porque Dios es real. Me entristece saber de personas que no creen en Dios. Me entristece por ellos, no por Dios, porque Dios es grande, más grande de lo que la gente cree. Dios está en todas partes y en cada uno de nosotros cuando le permitimos estar.

"Para que Cristo haga su morada en vuestros corazones por medio de la fe."—Efesios 3:17

Antes del huracán Harvey, me arrodillé ante Dios, orando y suplicándole por todos mis problemas. Es algo que la mayoría de nosotros hacemos. Llevamos nuestros problemas a Dios en oración, además de dar gracias por todas sus bendiciones. Esta vez mis problemas financieros fueron el centro de mi oración. Me había puesto en una situación estresante que ya no podía manejar. Me excedí con respecto a muchas responsabilidades financieras. Obtenía un préstamo para pagar un préstamo anterior, y otro préstamo para pagar ese, y así sucesivamente, hasta que no tenía más soluciones. Incluso empeñé mi último recurso, mi Kia Sedona de 1995. Los acreedores me llamaban a diestra y siniestra a todas horas del día y de la noche. No era necesariamente excederme con cosas que no necesitaba.